sábado, 7 de marzo de 2015

Estados alternativos:
-Sueño
-Hipnosis



Para hablar de los estados alternativos/alternados de la conciencia, lo primero que debemos hacer es definir este último término.  No cabe duda de que la conciencia es un proceso activo. “Darnos cuenta de nosotros mismos y del mundo que nos rodea “(Papalia y Wendkos‐Olds, 1996). “El conocimiento que tenemos de nosotros mismos y de nuestro entorno” (Myers, 2005). Tanto la “conciencia” como la “consciencia” se asocian a la experiencia subjetiva del conocimiento de sí mismo y de la realidad. Son términos que muchas veces se usan indistintamente aunque no signifiquen exactamente lo mismo, en este caso no haremos una excepción dado que nuestro verdadero objeto de reflexión son sus estados alternativos o alterados. La conciencia tiene un carácter marcadamente intencional que sus alteraciones no tienen.

El estado normal de la conciencia es la vigilia la cual, como ya he indicado, presenta variaciones subjetivas de un individuo a otro. Diferencias en cuanto a sensaciones, percepciones, recuerdos y pensamientos,… Por su parte, la conciencia onírica hace referencia al momento del sueño. El sueño forma parte de los estados alternativos de la conciencia, es decir, aquellos diferentes al estado normal de vigilia, que aparecen de forma espontánea.  Otro ejemplo de estado alternativo es el proceso delirar por una fiebre muy alta.

Los seres humanos también atravesamos otros procesos que se conocen como estados alterados de la conciencia, los cuales ya no son espontáneos, sino que han de ser provocados deliberadamente. Por ejemplo, la meditación, la hipnosis o los relacionados con el consumo de drogas.

Todos estos estados alternativos/ alterados, tienen unas características comunes que, a continuación explicaré brevemente para que todos podamos comprender lo que implican para la mente humana:

§  Alteraciones del pensamiento: Ya dije que la conciencia es subjetiva, con lo que la alteración de la misma también lo es. Atravesando diferentes grados de concentración, atención, memoria y capacidad de juicio, problemas para distinguir la realidad, etc.
§  Pérdida de control: En el caso del sueño, todos hemos luchado con no caer rendidos para no perder el control. Y en el caso de la hipnosis, la pérdida de control se hace evidente pues la persona hipnotizada asemeja un autómata que no es dueño de sus actos.
§  Alteraciones perceptivas: Centrándonos en los estados que nos ocupan (sueño e hipnosis), las alteraciones perceptivas pueden ser de toda índole: visiones,  voces, reencuentros con personas fallecidas, percepción más lenta y pesada de lo habitual o por el contrario más rápida y clarificadora….
§  Cambios en la imagen corporal: Los estados alternativos/alterados pueden hacernos sentir incluso fuera de nuestro propio cuerpo; así como provocarnos sensaciones de pesadez, ligereza, encogimiento, crecimiento,  etc.
§  Cambios en la expresión de las emociones: Posiblemente podamos expresar abiertamente emociones encerradas bajo un estado de hipnosis o sueño, recordemos que nuestra conciencia o consciencia no se hallará en un estado normal.

Según mi punto de vista, los estados que vengo describiendo son un valioso mecanismo para el conocimiento del yo. Descartes identifica la conciencia con el yo, es decir con la realidad sustancial del individuo, y, a mi parecer el estudio de los estados alternativos y alterados de la misma nos permite acceder a la vida emocional, cognitiva, sexual y afectiva que se halla “escondida” o amparada por debajo del umbral de su consciencia.


Los más aventurados apuntan que la travesía por ciertos estados alterados “provoca accesos súbitos a profundas comprensiones de uno mismo y de su dinámica psíquica, así como de su particular encaje en el mundo como totalidad armónica”. Quizás ello suponga otorgar demasiada responsabilidad a estos procesos no intencionales, dado que, aunque el soñador, el intoxicado o el hipnotizado suelen atravesar un momento de revelación de la verdad, pero generalmente ese conocimiento desaparece cuando retornan a la vigilia normal. Pero de lo que no me cabe duda es que son estados indispensables para la mente y que nos ayudan a conocerla un poco mejor en su vertiente subjetiva y vivencial, inherente a la condición humana.

miércoles, 4 de marzo de 2015

La metafísica de Tomás de Aquino

Su doctrina más importante es la referida a la analogía del ser, lo que el ente es (la esencia) y el acto de ser de esa esencia.
En esta teoría se distinguen dos tipos de sustancias:

Materiales. Entes accesibles que pueden considerarse a nivel sustancial; la materia se relaciona con la forma y la forma le confiere determinación esencial, esa esencia es solo potencia de ser. A nivel accidental la sustancia también es determinada por los accidentes que le hacen ser de un modo u otro.

Inmateriales. Son las formas puras o subsistentes, las sustancias también se componen de potencia y acto.

Dios es el ser como identidad, no es que Tomás de por supuesta la existencia de Dios, sino que parte de los seres del mundo, conocidos mediante los sentidos, y a partir de ellos realiza su análisis metafísico.

El ser es ejercido por las realidades materiales, por los seres vivos y también por las sustancias inmateriales. La actividad de los seres finitos esta limitada por la esencia.
Las criaturas tienen el ser como préstamo, ninguna de ellas se apropia del ser de tal modo que lo que tenga por esencia, únicamente Dios es el Ser por esencia.

El ser necesario es en el que se identifican su esencia con su actor de ser, mientras que el contingente es aquel en el que su esencia no incluye su acto de ser.

martes, 3 de marzo de 2015

Santo Tomás: relación entre fe y razón

Tomas de Aquino pone se centra en la parte más científica de la filosofía. La filosofía es la ciencia primera. Aunque la filosofía no proporciona la salvación, el filósofo creyente no utiliza directamente su fe para hacer filosofía.

Tomás de Aquino distinguió entre dos ordenes:
En primer lugar, el orden de la naturaleza. Dentro de este se sitúa el ser humano con unas características específicas (racionalidad).
En segundo lugar, el orden de la gracia. El ser humano es elevado a la categoría de hijo de Dios.

El orden de la naturaleza está subordinado al de la gracia, pero es autónomo.

Para Tomás de Aquino la filosofía es un ejercicio del entendimiento del orden natural. El entendimiento no recibe una iluminación sobrenatural de de Dios. La filosofía puede ser autónoma, siempre que se conceda al intelecto una realidad y una función de mayor envergadura a la concedida por Agustín de Hipona.
El intelecto agente es una luz participada de Dios. No necesariamente se debe una luz sobrenatural. 
La capacidad de la inteligencia posibilita el acceso a Dios tanto en el orden de la fe como en el orden natural. De este modo la filosofía no dependería de la fe únicamente.

La verdad de la fe es superior a la de la razón, pero entre ellas no puede haber contradicción, independientemente de que la verdad de la fe exceda la capacidad de la razón humana. Según Tomás de Aquino hay dos tipos de verdades de fe:
Las que se sitúan por encima de la razón. Inalcanzables para el entendimiento humano, por tanto, no pueden demostrarse. De ahí que se llamen misterios de fe, la razón no puede asegurar que sean verdaderos, pero si puede demostrar que no son absurdos.
Las que se sitúan al alcance de la razón. En este caso la razón da pie a que puedan ser comprendidas por la filosofía.