Según
el intelectualismo
moral,
lo bueno es lo que determina la razón (no el instinto, ni la
emoción, ni la simple voluntad). Es posible, pues, un saber racional
de lo bueno y lo malo. Las "verdades morales" son
universales y válidas para todos, tal como las verdades científicas.
Además, dado que la ética es una ciencia, no todo el mundo está
capacitado para entender y resolver problemas morales (ni siquiera
aquellos problemas que afectan a uno mismo). Son los expertos los que
deben decidir sobre la bondad o conveniencia de las acciones. Del
mismo modo, los asuntos de la política (qué leyes, qué forma de
gobierno, etc., son justas) deben resolverlos los expertos o sabios,
y no, por ejemplo, a través de los votos...
Si
la razón nos dice que algo es bueno, querremos hacerlo, y lo haremos
sin esfuerzo (o sin darnos cuenta de que nos esforzamos, como cuando
hacemos algo que nos interesa mucho). Si, por ejemplo, la razón nos
dice que estudiar idiomas o hacer deporte son buenos para nosotros,
lo deberíamos hacer sin mayor esfuerzo. Si hace falta disciplina o
“fuerza de voluntad” esto es señal inequívoca de que no tenemos
claro que lo que hacemos sea realmente bueno para nosotros.
Todo
el mundo actúa siempre bajo la creencia de que lo que hace es lo
mejor que puede hacer, dadas las circunstancias. Nadie hace el mal a
sabiendas. Incluso el que roba, mata o perjudica a los demás es
porque cree que eso es lo mejor que puede hacer (que lo "bueno"
es lo que conviene a sus intereses, aunque eso signifique fastidiar a
los otros). Nadie es, pues, culpable de nada. Todos creen comportarse
lo mejor posible (hasta Hitler creía estar haciendo un bien a sí
mismo, a Alemania, a la humanidad entera). Otra cosa es que se sea
ignorante y se esté equivocado, y que lo que uno cree que es un bien
no lo sea. Pero entonces lo "malos" no son malos, sino solo
ignorantes. Y lo que hay que hacer con ellos es convencerles de que
están equivocados, es decir, educarle, no castigarle o vengarse de
ellos. Así, no hacen falta policías ni cárceles, sino profesores
(que no parezcan policías) y centros educativos (que no parezcan
cárceles). El ser humano es un ser racional, no un animal irracional
al que se pueda "educar" con premios y castigos (en lugar
de con razones).